sábado, 18 de enero de 2014

Prólogo

       Un día te levantas y sientes como todo ha cambiado. Te miras al espejo. Todavía tienes los ojos rojos e hinchados por haber llorado la noche anterior. Te lavas la cara, y cuando levantas la cabeza, una sonrisa aparece en tus labios. ¿Pero es esa sonrisa verdadera? Claro que no. Y tú lo sabes. Pero también sabes por qué lo haces. Todos los días se repite el mismo proceso: cuando la oscuridad domina, tus ojos dejan caer lágrimas que no sabes cuando acaban, siempre te duermes con la cara empapada; y cuando te levantas, sonríes.
       ¿Por qué sonríes?
       Cuando llegas al instituto, esa sonrisa permanece durante todo el día. Y tus amigas se lo creen, porque llevas finjiendo esa sonrisa mucho tiempo.
       ¿Por qué sonríes? Te lo preguntas de nuevo.
       Pero ya conoces la respuesta. Sonríes para que ellas no te pregunten qué te pasa, porque cuando abras la boca para responder, te pondrás a llorar.
       Siempre terminas llorando. Ya es algo inexorable para ti. Eres débil, y no puedes enfrentarte a la realidad de otra forma.
       Tu vida es como un espejo. Eres quien mira a través de él, y te ves como lo hacen los demás: mona, feliz y sin ningún tipo de problema; pero solo tú sientes el dolor en los ojos y la mentira en la sonrisa. Y todo se te acumula sobre los hombros, notas su peso y poco a poco te vas hundiendo. No puedes con ese peso tan grande, es demasiado para ti. Y por más que intentas reunir las fuerzas necesarias para no caer, sabes que no vas a ser capaz. Así que ¿para qué seguir intentándolo? Pero continúas pese a no poder, porque no quieres preocupar a esas cuatro amigas verdaderas que tienes.
       Y, entre tanto dolor, se esconde el miedo. No sabes que está, hasta que te viene una idea a la cabeza. Y no quieres hacer nada, te asusta demasiado. No quieres perder a las pocas personas a quienes les importas de verdad.
       Así que no haces nada. Apagas la luz y dejas que las lágrimas caigan silenciosamente por tus mejillas.
       Y llegará el día en que ya no llores más. Dejarás de sentir ese peso sobre los hombros. Llegará el día donde dejes de sentirlo todo, porque te romperás.
       Eres la chica de cristal.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Hola Noelia! me gusto mucho el primer capítulo, espero que el segundo llegue pronto, escribes muy bien.
    Besoos:)

    ResponderEliminar
  3. hola noelia me afilias yo ta te afilie por cierto escribes muy bien aun que ya nos tienes muy descuidados hee jajaja espero pronto puedas regresar a tus dos blogs por cierto ya que estoy por aquí solo te aviso que te he nominado a unos premios en mi blog :) http://distritodoc12.blogspot.mx/

    ResponderEliminar